Universidad de La Rioja  
   
 
             
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Servicio de Publicaciones
Fábula. Revista literaria
Asociación Riojana de Jovenes Escritores y Artistas
ISSN: 1698-2800

   Información
   Historia de la revista
   
Sumarios

LAS CANCIONES MOSCA
Paulino Lorenzo

Fábula Nº 1, p.20

     Vivimos en un mundo deshilachado, Inés lo sabe. ¿Cómo no recordarla caminando pasillo arriba y abajo en nuestra casa de Madrid, donde tanto nos gusta vivir y los cafés? Recuerdo aquellos andares de nervios vaivénnicos porque luego vendrían nuestros amigos y tomaríamos las copas de ron y limón y hablaríamos, la noche ya una lapa sin relojes, y cómo siempre Pablo y Raquelita se irían a nuestra habitación en un momento dado para aliviar los picores, mientras Susana, Inés y yo quedábamos escuchando las canciones mosca, que nos hacían sentir como dentro de una burbuja y veíamos las cosas color azufre.
     Habíamos limpiado Inés y yo a conciencia. Era su cumpleaños, recuerdo, y en la radio emitían viejos discos de gente que alguna vez odiamos. Ved conmigo las paredes forradas de tablas de corcho, y pegadas con alfileres de cabeza bola fotos de Marilyn y del Che Guevara, y un papiro de Egipto (donde murió Magdalena contando piedras y en su walkman canción mosca número tres). También fotos de conjuntos de moda, y de guitarras, y de un enano absurdo mirando al sol mientras pasea por Central Park. Ved también cajas de cintas de vídeo que jamás tuvimos y que nos recuerdan noches de respiración acelerada y grandes crisis de pánico.
     Inés me explicaba cuándo comenzaron a sonar las canciones mosca, que en el Instituto había una chica llamada Isabel con unas tremendas orejas (esta vez las canciones no tuvieron efecto al principio aunque más tarde casi nos ahogamos). El Instituto de Inés estaba metido, incrustado, en el camino que daba a los corrales del extrarradio, y allí fue donde la conocí una tarde de otoño, y donde ambos descubrimos (o nos descubrieron) las canciones mosca, que por aquel entonces servían para conocerse mejor y tener mayor confianza en uno mismo. Yo la recuerdo con su gabán enorme, allá metida, con los ojos más normales que jamás se hayan visto. Estaba charlando con su grupo de amigas cuando un repentino golpe de viento la acercó hasta mi, que caminaba buscando nada pero silbando tangos.
-Hola. -me dijo.
     -Hola. -dije yo.
     -Debe ser el viento. -dijo ella
     -Será. - respondíle.
     Y otro golpe de viento la retornó de nuevo al lugar de donde había sido arrancada. A partir de ese día, sin que ninguno de los dos hubiéramos sentido sensaciones especiales, nos fuimos acercando por los sentidos, poco a poco, y un buen día brotó el amor.
     -Ha brotado el amor.
     -Ya.
     -¿Me alcanzas un pitillo?
     -Bueno.
     Y hubo un primer abrazo que nos resultó tan complicado, que terminamos hechos un nudo, y hubo de especial que ambos, en esa tarde lluviosa, al abrazarnos escuchamos la primera canción mosca de nuestra vida. Fue extraño, yo sentí el invierno, y ella notó como si fuera dentro de un coche de lujo.
     Han pasado casi dos o tres años desde entonces, y lo único que ha cambiado es que el mundo está ahora más deshilachado, y también las sensaciones que producen (rumor de frigorífico, terrores) nuestra colección de canciones. De canciones mosca.


Servicio de publicaciones
publicaciones@adm.unirioja.es

Última modificación: 19-07-2017 11:21

pie
Política de privacidad | Sobre este web | © Universidad de La Rioja
Grupo 9 de universidades CRUE Santander Universidades Universia Santander Universidades