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Fábula. Revista literaria
Asociación Riojana de Jovenes Escritores y Artistas
ISSN: 1698-2800

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Sumarios

TRAMPOLÍN 1
Andrés Barba

Fábula Nº 16, p. 36-37

Ya no tienes padre, ni madre, ni memoria. Nadie te ha mentido. No han pasado por ti las largas horas del aburrimiento infantil, ni el rencor, ni la cebada de las vísperas, ni el poder. No ha habido juez, ni mujer que haya amanecido a tu lado oliendo a sueño. No has estado allí, donde creíste sufrir. Esas cosas tuyas que con tanto afán has alimentado y vestido no las reconoces ya, ni esas cosechas. No te ha requerido nadie para ser consolado ni has buscado tu a nadie ya nunca. No percibes la alegría de los cuerpos, ni su tristeza. Ni la enfermedad. Ni la carga. Ni el ansia. Ni los cráneos minúsculos de los pájaros, ni los fluidos. La cucaracha murió al borde del fregadero encogida de veneno en polvo. Murieron las hormigas y el perro. ¿Lo recuerdas? Di, ¿Lo recuerdas? Murió la tarde y la pequeña de los vecinos de una pena redonda en el estómago amarilla y risueña de sedantes, como el amanecer de un teatro, y tu hermano murió, y las manchas de la servilleta murieron y el placer de la arena caliente de la playa y las cerillas murieron también. Ya nunca has estado allí donde se echan al fuego los excrementos olorosos de las vacas, ni has acariciado más nada. Tampoco eso es cierto: ni siquiera has dudado. Aquella tarde no te sentaste en aquella puerta. Aquel sol no era verdad. Aquellos labios no eran verdad. No te has detenido a despedirte, no has buscado arbitrar el frescor del mundo en las manos de otro, no has aprendido, no has admirado, no has visto, no has danzado, no has hablado, no has alabado en ningún templo, no has reído. Recuerda. Ya no tienes padre, ni madre, ni memoria.

TRAMPOLÍN 2

Serás quizá como el ángel a quien fue asignada la luz en el principio. Ya nunca la clausura habitará tus miembros. Volando estarás, como la plegaria de los niños. Este es el designio que te fue otorgado. No podrás vivir así; atado a la tierra, tendrás que alzar voces sobre voces, luz sobre luz. Serás quizá como la voz primera que dijo "quédate, no te vayas", porque sintió la presencia necesaria, o tal vez como una eterna fuente que se desborda y abastece sin descanso en el larguísimo verano. Saltar y convertirse en aire; he ahí tu designio. Lo demás: exaltación. Ahora sabes tanto de nosotros. Podrías enumerarnos como a piedras distintas. Como a ramas cuyas flores se pigmentan sin voluntad pero por un hondo mandato que ahora ya comprendes. Definitivamente observas. Nosotros, que te tocamos antes de saltar, nos olemos los dedos. Tal vez a tu altura perdiste esta extensa dimensión de lo humano: el olor. En nosotros vibra aún la dicha de aquella tu coordenada equívoca. Somos imperfectos y te amamos de forma imperfecta. Todo en ti era proyecto. Y cuando lo supiste fue como si un juego último se te hubiera hincado en la piel. Las cosas estaban tan cerca unas de otras que el primero del año nació con tristeza. Serás quizá como el ángel primero que dijo "tú has de llamarte árbol, tú: piedra, tú: niño, tú: deseo". Y serás, más que ellos, piedra, y árbol, y niño, y deseo. He ahí tu designio. Por eso saltaste, porque comprender era una palabra que quedaba lejos, como el amor a las cosas. Y todo se empeñaba en ser. Por eso saltaste. Porque todo tenía tu nombre.

 

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Última modificación: 19-07-2017 11:21

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