La grabación como texto, el productor como editor y el compositor como intérprete: John Culshaw y Benjamin Britten (1963-1970)
DOI:
https://doi.org/10.18172/brocar.2540Palabras clave:
Grabación, productor, compositor, obra, edición, interpretación, filmaciónResumen
Al escuchar una grabación de música clásica no solemos reparar en la labor del productor y nos limitamos a considerar tan sólo al compositor y al intérprete. Sin embargo, la importancia e influencia de los productores ha sido determinante durante toda la historia de la grabación musical; su labor evolucionó a lo largo del segundo tercio del siglo XX desde la concepción de la grabación como fotografía de una interpretación en los años treinta hasta su consideración como objeto artístico en los sesenta, pasando por la visión idealista del concierto en los cuarenta y cincuenta. Uno de los productores más importantes y novedosos de los años cincuenta y sesenta fue John Culshaw (1924-1980) que consideró la grabación como otro texto, además de la partitura, a la hora de documentar la obra musical; un texto mucho más rico que los signos de notación al documentar una obra musical en su manifestación sonora. Culshaw diseñó todo un sistema de producción musical que puso en práctica en su mítica grabación del Anillo de Wagner entre 1958 y 1965 donde separó la grabación del planteamiento idealista del concierto en vivo o pretendió paliar la pérdida de lo visual a través de medios técnicos y acústicos conocidos como “Sonicstage”. En este artículo me centraré en su colaboración con el compositor Benjamin Britten (1913- 1976), de la que nacieron registros fonográficos clásicos para Decca ("War Requiem" en 1963) y audiovisuales para la BBC ("Peter Grimes" en 1969), en los que el compositor inglés dirigía sus obras y que le llevarían a escribir una ópera especialmente pensaba para su emisión televisiva ("Owen Wingrave" en 1970).Descargas
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